sábado, 27 de febrero de 2010

Compromiso

jajaja, este es el primer capi que escribo! espero que os guste! besines!





Compromiso

Me encontraba de compras en Seatle con Alice y Rosalie. Estábamos comprando los últimos detalles de la boda. Aunque no había visto el vestido de la novia, lo había vislumbrado en la mente de Alice, aunque ella intentaba no pensar en él mientras yo estaba cerca.

Aún sigo sin comprender, que a todas las mujeres les guste tanto ir de compras. Rectifico, a casi todas; a Bella no le gusta ir de compras. En mis casi noventa años no había visto nada parecido.

Bella había estado muy cabezona con el tema del coche, aunque parte de nuestro trato era que yo le conseguiría un coche cuando su viejo Chevy, dejase de funcionar.

Le había conseguido el mejor coche disponible, aunque, para mi opinión, era poco para ella. Era un Mercedes Guardian. Todavía no estaba en el mercado, sólo habían sido vendidos a traficantes de armas, narcotraficantes y diplomáticos de Oriente Medio.

Lo mejor de todo es que a su viejo Chevy no le pasaba nada, seguía igual que siempre, pero para poder comprarle el coche de antes, tenía que hacer que su coche dejase de funcionar, así que le pedí a Jasper, que, con mucho cuidado, hiciera que el Chevy dejase de funcionar.

Aunque lo más divertido fue ver la cara de Bella cuando descubrió que su coche no arrancaba. Aún así, todavía no había conducido su nuevo coche ni una sola vez. Cada vez que podía, miraba el cuentakilómetros, que seguía a cero.

Charlie, el padre de Bella, se había tomado nuestro compromiso… lo mejor posible. Todavía recordaba aquella noche con total claridad.

El sonido del coche patrulla de Charlie, avanzando con demasiada lentitud. Cuando Bella oyó el coche aparcando en la casa, le empezaron a temblar las piernas. Miré sus manos y no dejaba de retorcer el dedo donde estaba la sortija.

­­­­­­–Deja ya de retorcer los dedos, Bella. Por favor, intenta recordar que no vas a confesar un asesinato. –le dije antes de que su padre entrara.

–Que fácil es decirlo para ti.

Observaba a Bella mientras ella ponía atención a la entrada de su padre. Para ser sinceros, a mí me parecía de lo más ruidoso.

–Tranquilízate, Bella. –le susurré cuando noté que su corazón empezaba a acelerarse. Cuando la puerta dio un gran portazo, ella se encogió. Me pregunté si se encontraba bien.

–Hola, Charlie. –le saludé con la mayor amabilidad que pude.

– ¡No!–protestó Bella en voz baja.

– ¿Qué?–le repliqué en un susurro.

– ¡Espera hasta que cuelgue la pistola!

Me eché a reír ante semejante visión mientras me pasaba la mano por el pelo. Una bala no podría dañarme. Ni siquiera la sentiría.

Charlie dio la vuelta la esquina. Últimamente, Charlie pensaba menos en mí como aquel muchacho que hizo que su hija estuviera deprimida y luego volver como si nada. Sabía que él nunca me perdonaría, aunque lo intentaba.

–Hola, chicos. ¿Qué hay?

­­–Queríamos hablar contigo­–comencé–. Tenemos buenas noticias.

Su expresión se torno de la falsa amabilidad a la sospecha y con ella, sus pensamientos.

– ¿Buenas noticias?–gruñó Charlie mirando a Bella.

–Más vale que te sientes, papá–le dijo ella. Charlie alzó una ceja mientras la miraba fijamente. Su cabeza estaba llena de teorías. Se sentó, ruidosamente, en el sillón–.No te agobies, papá. Todo va bien.

Hice una mueca al oír esa palabra, yo hubiera usado el adjetivo glorioso, estupendo o perfecto.

–Seguro que sí, Bella, seguro que sí. Pero si todo es tan estupendo, entonces, ¿por qué estás sudando la gota gorda?–dijo, con el ceño fruncido.

–No estoy sudando– mintió. A Bella no se le daba bien eso de mentir. Se echó un poco para atrás, y se secó la frente. Entonces Charlie pensó algo que me hubiera encantado que fuera verdad.

– ¡Estás embarazada! Estás embarazada, ¿a que sí?

Aunque se estaba dirigiendo únicamente a Bella, su hostilidad iba directa hacia mí. Su mano, y sus pensamientos, se dirigieron levemente hacia la pistola.

– ¡No! ¡Claro que no!–contestó Bella enseguida. Charlie se relajó un poco. Aunque me hubiera encantado saber qué era lo que Bella pensaba, pues su expresión no era del todo reveladora.

–Ah, vale.

–Acepto tus disculpas.

Tanto Charlie como yo, estábamos esperando a que Bella dijera algo. Ella me miró con los ojos llenos de pánico. Le sonreí y me giré hacia su padre.

–Charlie, me doy cuenta de que no he hecho esto de la manera apropiada. Según la tradición, tendría que haber hablado antes contigo. No deseo que esto sea una falta de respeto, pero cuando Bella me dijo que sí, no quise disminuir el valor de su elección; así que en vez de pedirte su mano, te solicito tu bendición. Nos vamos a casar, Charlie. La amo más que a nada en el mundo, más que a mi propia vida–aunque esa no era la palabra apropiada para denominar a mí…existencia–, y, por algún extraño milagro, ella también me ama a mí del mismo modo. ¿Nos darás tu bendición?

Charlie había captado toda su atención en mis palabras y en el anillo que Bella llevaba en el dedo. Por un momento pensé, que la visión de Alice, no iba a cumplir. Ella había visto a Charlie accediendo a nuestro enlace, pero los pensamientos del padre de Bella, decían todo lo contrario…

¿Casarse? ¿Mi Bella quiere casarse con ese… imbécil? No puede ser, esto debe ser un sueño…o mejor dicho, una pesadilla… Quizá sea una broma de cámara oculta…

Eso era lo que Charlie estaba pensando cuando noté que Bella quería levantarse para ayudar a su padre. No me había dado cuenta de que Charlie había cogido un color azul.

–Dale un minuto–le susurré lo bastante bajo como para que Charlie no lo oyera. Ella se relajó un poco. Yo aún estaba tenso por su decisión.

Bueno…supongo que podría ser peor…los pensamientos de Charlie volvieron a captar mi atención. Entonces, me relajé un poco.

–Diría que no me he sorprendido en absoluto. Sabía que me las tendría que ver con algo como esto antes de lo que pensaba.

Bella exhaló aire y su aliento me dio de lleno en la cara. Ya tenía controlada la sed, pero en momentos así, se me hacía muy duro.

– ¿Y tu estás segura?– inquirió su padre con cara de pocos amigos.

–Estoy segura de Edward al cien por cien–no me esperaba esa respuesta.

–Entonces, ¿queréis casaros? ¿Por qué tanta prisa?–porque quiero a Bella y la voy a convertir en vampiro, pensé y reí para mis adentros.

–Nos vamos a ir juntos a Dartmouth en otoño, Charlie–le recordé–. Me gustaría hacer bien las cosas, bueno, hacerlas como es debido. Así es como me educaron–me encogí de hombros. La verdad, es que mis padres biológicos, Elizabeth y Edward Masen, me habían educado con la idea de llegar virgen al matrimonio.

–Sabía que esto iba a pasar–masculló frunciendo el ceño. De repente, su expresión cambió.

– ¿Papá?–preguntó Bella con ansiedad mientras me echaba una ojeada.

– ¡Ja!–explotó Charlie. Se estaba doblando de la risa, nunca pensé que pasaría eso–, ¡ja, ja, ja!

Bella me miró mientras yo intentaba reprimir la risa.

–Vale, estupendo, casaos–le dio otro ataque de carcajadas–.Sí, sí, pero…

–Pero ¿qué?

–Pues que se lo tendrás que contar tú a tu madre, y yo ¡no pienso decir una palabra a Renée! ¡Es toda tuya!

Según me había dicho Bella y lo que había leído en la mente de Renée cuando la visitamos en abril y en la de Charlie, era una mujer a la que la palabra compromiso, boda o cualquier otro sinónimo, le daba pánico. De ahí, el rechazo de Bella al matrimonio, aunque al final la convenciera.

Me eché a reír cuando Alice salió con un modelito del probador aunque intenté disimularlo con una tos. Rose me miró con cara de pocos amigos y Alice, me echó una mirada envenenada.

–Si no te gusta, lo dices. ¡Pero no te rías de mí!–dijo mi hermanita mientras entraba al mostrador para cambiarse. Estoy seguro, de que si hubiera podido llorar, lo hubiera hecho, aunque solo fuese para llamar la atención.

–No, Alice, no me reía de ti. Me reía de una cosa en la que estaba pensando.

–Bueno, bueno. Vayámonos ya. Que aún tengo que hacer la prueba final del traje de Charlie y del traje de Bella–una pequeña visión del vestido, se deslizó por su mente mientras salía del probador. Ella en seguida se dio cuenta–. ¡Edward!

–Lo siento, hermanita.

–Será mejor que nos marchemos ya, todavía tengo que elegir el peinado para tu boda con, esto, Bella–dijo Rosalie entre dientes. A ella no es que le cayera demasiado bien Bella para encima tener que ser su cuñada.

Conduje lo más rápido posible hasta llegar a Forks. Odiaba tener que ver siempre el mismo cartel: ¿Han visto a este chico? y había una, no muy favorable, foto de Jacob. Y para colmo, Charlie los había suministrado por todo Washington.

–Bueno Edward, yo me bajo aquí–dijo mi hermana mientras se bajaba delante de la casa de mi prometida–. Será mejor que no aprietes tanto el volante, no vaya a ser que se rompa.

–Procura meterte en tus asuntos–la corté mientras miraba a donde debía estar el Mercedes. Para mi sorpresa, había desaparecido.

–Oh, vale. Lo siento. Nos vemos luego. Adiós Edward. Rosalie, coloca mi ropa, por favor. –ésta solo asintió levemente la cabeza.

–Hasta luego–dijo mientras yo arrancaba el coche y me sumergía en la espesa cortina de agua.